Soy Angélica Venier

A la hora de hablar de intervención clínica, y teniendo en cuenta la coyuntura de los tiempos actuales y los cambios que se han ido suscitando, se puede advertir una nueva dinámica social que eventualmente modifica de alguna forma el modo clásico de conectarse con los otros.

 

No son ajenas a estos cambios las nuevas formas de terapia. Entender el entorno actual nos permite contemplar la posibilidad de injerencia del trabajo clínico desde los dispositivos electrónicos.

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Dentro del marco de análisis, los avances tecnológicos crean un nuevo abordaje terapéutico. Se manifiesta este fenómeno y el impacto subjetivo frente al manejo virtual.

 

Aquello considerado como poco posible en el espacio clínico, comienza a ganar familiaridad en la actualidad. Dos espacios diferentes pueden en el mismo momento vivir la misma experiencia. La conectividad permite acercar lazos y distancias a puntos comunes.

 

Se tiene en consideración entonces al psicoanálisis desde las nuevas variables de trabajo y desde el plano de las nuevas tecnologías. Esta nueva implementación, ejercida dentro del espacio virtual, se promueve y comienza a ser pensada en sí misma. De este modo, sigue manteniéndose en observación constante y construyendo siempre en beneficio del paciente.

 

La presencia comunicativa estará dada por la posibilidad de estar, al mismo tiempo, en un espacio que comunica y que se comparte. Es muy importante tener en cuenta el registro de la voz como instrumento imprescindible a la hora del trabajo terapéutico. Como así también el planteamiento del correcto encuadre, a los fines de no obstruir la terapia de la mano de los medios virtuales.

 

Soy licenciada en Psicología. Mi trabajo se inclina hacia el enfoque psicoanalítico. Este método terapéutico se basa en la escucha activa y en las intervenciones que guían hacia la mejor gestión del malestar presente. Plantea abordar eventualmente aspectos que sean importantes para cada paciente, teniendo en cuenta la particularidad de cada caso. Permitiendo así una introspección profunda, que requiere trabajo interno, constancia y tiempo de exploración.

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Si bien, frente a los tiempos que corren existe una expectativa de celeridad, de solución inmediata ante lo que aqueja, cabe aclarar que, frente a ello y a los fines del psicoanálisis, este imperativo va en contrasentido de su propuesta terapéutica.

 

Cuando alguien decide iniciar terapia desde los lineamientos se debe contemplar esta cuestión. Esto tampoco quiere decir que se deba eternizar a un paciente en una terapia. Por el contrario, saber que el psicoanálisis tiene como eje central la cuestión por lo auténtico de cada ser.

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Es más bien advertir sobre aquello que retorna de lo reprimido a la conciencia. Hacer eco del mensaje y de la función del inconsciente, teniendo en cuenta los tiempos lógicos del proceso. Independientemente del apuro de la época. Es importante poder respetar estos tiempos sin perpetuar el proceso. Eso por añadidura, conduce a la cura.

 

Porque la experiencia propia del psicoanálisis y la dimensión que enmarca dicha teoría, no es algo sencillo. Hay algo que es más allá de la interpretación, del sentido y del significado. Algo del orden de la resonancia, de eso desconocido por nosotros mismos. Y ahí, en sus inicios, radica el método freudiano.

 

Este enfoque no se trata de solo quitarse “el problema” de encima. Se inscribe a la pregunta por lo inherente de cada ser humano, por su deseo y su esencia misma. Comprender que hay algo propio de uno, que es inconsciente, y que busca salir a la luz con aquello que es lo más característico nuestro. Saber hacer con aquello que nos aqueja. Encontrar las herramientas necesarias para su resolución, los recursos que sean óptimos para cada quien, en su búsqueda hacia la transformación de sí mismo. Lo que abre una amplitud de potenciales caminos.

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"Ser completamente honesto con uno mismo, es un buen ejercicio" 

Sigmund Freud